lunes, 30 de enero de 2012

Corridas de toros

Últimamente en Bogotá y de ahí que en toda Colombia se esta debatiendo el hecho de prohibir las corridas de toros, y llevo años pensando en el asunto, cuando era apenas un colegial iba  a las manifestaciones anti taurinas en frente de la plaza de toros La Santa María en Bogotá y en un par de ocasiones nos echaron del lugar con los chorros de agua de las tanquetas de la Policía Nacional, de eso ya hace varios años pero aun paso por aquella calle y en la temporada de toros veo que las cosas no cambian siguen siendo un grupo de adolescentes que gritan consignas en contra de las corridas y de los asistentes, pero la presencia de los “adultos” entre los manifestantes al igual que en aquel entonces es nula, eso me lleva a confirmar que cuando jóvenes somos idealistas y que a medida que crecemos la sociedad nos moldea y si bien muchos se manifiestan en contra lo hacen desde la comodidad de la casa. Se que muchos de estos adolescentes intentan ser vegetarianos o veganos y también pase por eso y puede que ahora sea mucho más fácil pero en mi momento y casi estoy seguro que muchos de estos jóvenes tiene que llegar a casa y comer la carne o el pollo ante la mirada atenta de la mamá, no se puede desconocer que para muchas familias aun es un lujo la carne en las comidas y todo vuelve a quedar en un discurso panfletario.

Mi opinión con respecto a las corridas de toros en algo ha cambiado y es que como un interesado en el arte y la plástica le he encontrado cierto gusto aunque he de admitir que nunca he asistido a una corrida de toros pero reconozco que hay una belleza en el enfrentamiento del hombre con el toro, los movimientos del torero, el vestuario todo traduce una belleza singular no desconozco el origen del toreo y en eso también lo encuentro hermoso, no estoy de acuerdo con el maltrato dado al animal antes de la corrida (aunque de esto no se si creer que es un mito, soy un poco como Santo Tomás, hasta no ver no creer)  Se que muchos desdicen de llamar arte al toreo pero sin ir muy lejos en una nota publicada hace muy poco en “Cartel Urbano” sobre Bruce LaBruce  muchos de los lectores manifestaban en los comentarios su ofensa en que al trabajo del canadiense se le llamara arte, así que una vez más que es arte y que no lo es se convierte en una apreciación meramente personal.

Por que estoy a favor de las corridas de toros es claro y es que de verdad siento que en todo ello hay algo hermoso, que poco a poco se ha convertido en una extraña fiesta donde las clases dirigentes y  bueno no solo las dirigentes por que al igual que en las clases dirigentes en las clases populares esta “fiesta” tiene gran acogida, pero al igual que como cualquier otro arte solo unos pocos son los que realmente lo sienten y lo conocen el resto solo pretende entender algo que desconocen del todo y aprovechan es para embriagarse  y sentirse un poco mas “interesante/importante”.

Por que estoy en contra de muchos de los que son anti taurinos? por que son inconsecuentes no entiendo que se rasguen las vestiduras ante la muerte de un toro y vayan por la vida “maltratando” a otros por sus gustos sexuales, por su ideología, por el color de la piel, por la nacionalidad, que sean indiferentes ante el indigente que no tiene que comer o con los desplazados, o aun con cosas mas sencillas como ceder el asiento, saludar o dar las gracias.

Hace unos días el escritor colombiano Andrés Hoyos publico en Twitter: “Si prohíben las corridas, a mí poca falta me harán. Lo que me hará falta es la libertad que se va con la prohibición.” y no puedo estar menos de acuerdo con el, no creo en las prohibiciones, creo en la educación, creo en la igualdad.

Para finalizar e intentando ser consecuente  también me declaro en contra de la tortura que se le inflige al toro así que creo que se puede llegar a una solución sin torturar al animal ni producirle la muerte algo como el hecho de que en lugar de una estocada final el torero pose su mano sobre la cabeza del toro, y de igual manera se puede encontrar una solución para los banderilleros y los rejoneadores.